Si preguntamos a alguien que esta planeando un viaje sobre los motivos del mismo, oiremos diferentes tipos de respuesta, sin embargo probablemente ninguna de ellas será el motivo real del viaje. Las personas viajamos por diferentes motivos, a veces es una combinación de varios de ellos y muchas de las veces está relacionado con nuestra personalidad y el momento vital en el que nos encontramos. Vamos a echar una mirada a todos estos motivos.
- Existen aquellas personas que actúan principalmente con el cerebro antes que con el corazón. Son lógicos, analíticos y eminentemente prácticos. Están interesados en el aprendizaje del mundo. Suelen ser historiadores, observadores respetuosos con la flora y la fauna, incluso coleccionistas. Llevan a cabo extensos estudios sobre el destino y no se conforman con las típicas guías de viajes. Estos individuos suelen ser brillantes y curiosos por naturaleza. Los viajes satisfacen una necesidad de ejercitar sus cerebros, son como una golosina para su mente y sus sentidos.
- El corazón núcleo de la cuestión. Son personas principalmente emocionales y los motivos pueden ir desde la necesidad de recuperar el control durante un periodo de desequilibrio hasta la de reavivar la pasión y la ilusión, aunque la mayoría de las veces obedecen a la necesidad de alimentar un constante deseo de estímulo emocional. Tanto hombres como mujeres viajamos para estimularnos emocionalmente, pero también para relajarnos de la excesiva estimulación. (Hablaremos de ello en otro post). Es por todo esto que algunas personas buscan una forma diferente de aventura, que logre establecer una conexión entre la cabeza y el corazón, y se dirija directamente al cuerpo y al alma.
- Retos físicos. Hay personas que descubren a menudo que pueden quedar profundamente afectadas cuando toman parte en actividades que les empujan hacia nuevos límites. Los viajes centrados en la aventura están diseñados para cambiar a las personas al enseñarles nuevas habilidades. Habitualmente estos individuos vuelven de estas aventuras tremendamente cambiados y cuando les preguntamos lo que ha pasado, nos hablan de los sufrimientos que padecieron. ¿Entonces? La respuesta es que se encuentran conmovidos hasta el alma.
- Estados alterados de conciencia. Para mucha gente viajar es una adicción en la cual cuanto más se tiene más se desea. Los sentidos se intensifican, el oído y la vista se vuelven hipersensibles. Todo esto forma parte de la magia de viajar. No existe otra actividad humana con mayor potencial para modificar las percepciones.
- Antidoto contra el aburrimiento. Durante el viaje, oímos acentos extraños y sonidos desconocidos. La comida sabe diferente y los olores nos llaman la atención. Las personas actúan de forma diferente y tienen rasgos extraños. Una de las cosas que convierten a los viajes en algo único es que tienen lugar en un mundo de fantasía y juego.
- Curación. La consecuencia de viajar es un cambio de escenario, y esto a veces es lo que uno necesita. A veces se viaja para curarse a uno mismo, pero otras para verse a sí mismo desde otra perspectiva. A veces saliendo de nuestras vidas cotidianas y sumergiendonos en otro mundo podemos comprender el sin sentido de nuestras quejas.
- El arte de la diversión. Hay veces que la razón es a favor de la alegría sin más complicaciones.
- Motivos ocultos. En muchas ocasiones utilizamos el viaje para incrementar la autoestima, la confianza en uno mismo y el bienestar, del mismo modo en que uno puede consultar un psicólogo o a un guía personal. Llevar a cabo un viaje es una acto físico de movimiento, no solo de un lugar, sino también de un estado mental a otro.
¿Cuales son tus motivos?